Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

I Macabeos 2, 3-24

3 Simón, llamado Tasí;

4 Judas, llamado Macabeo;

5 Eleazar, llamado Avarán; y Jonatán, llamado Affús.

6 Al ver las impiedades que en Judá y en Jerusalén se cometían,

7 exclamó: «¡Ay de mí! ¿He nacido para ver la ruina de mi pueblo y
la ruina de la ciudad santa, y para estarme allí cuando es
entregada en
manos de enemigos y su santuario en poder de extraños?

8 Ha quedado su Templo como hombre sin honor,

9 los objetos que eran su gloria, llevados como botín, muertos en las
plazas sus niños, y sus jóvenes por espada enemiga.

10 ¿Qué pueblo no ha venido a heredar su reino

11 y a entrar en posesión de sus despojos? Todos sus adornos le han
sido arrancados y de libre que era, ha pasado a ser esclava.

12 Mirad nuestro santuario, nuestra hermosura y nuestra gloria,
convertido en desierto, miradlo profanado de los gentiles.

13 ¿Para qué vivir más?»

14 Matatías y sus hijos rasgaron sus vestidos, se vistieron de sayal y
se entregaron a un profundo dolor.

15 Los enviados del rey, encargados de imponer la apostasía, llegaron
a la ciudad de Modín para los sacrificios.

16 Muchos israelitas acudieron donde ellos. También Matatías y sus
hijos fueron convocados.

17 Tomando entonces la palabra los enviados del rey, se dirigieron a
Matatías y le dijeron: «Tú eres jefe ilustre y poderoso en esta ciudad y estás
bien apoyado de hijos y hermanos.

18 Acércate, pues, el primero y cumple la orden del rey, como la han
cumplido todas las naciones, los notables de Judá y los que han quedado en
Jerusalén. Entonces tú y tus hijos seréis contados entre los amigos del rey, y
os veréis honrados, tú y tus hijos, con plata, oro y muchas dádivas.»

19 Matatías contestó con fuerte voz: «Aunque todas las naciones que
forman el imperio del rey le obedezcan hasta abandonar cada uno el culto
de sus padres y acaten sus órdenes,


20 yo, mis hijos y mis hermanos nos mantendremos en la alianza de
nuestros padres.

21 El Cielo nos guarde de abandonar la Ley y los preceptos.

22 No obedeceremos las órdenes del rey para desviarnos de nuestro
culto ni a la derecha ni a la izquierda.»

23 Apenas había concluido de pronunciar estas palabras, cuando un
judío se adelantó, a la vista de todos, para sacrificar en el altar de Modín,
conforme al decreto real.

24 Al verle Matatías, se inflamó en celo y se estremecieron sus
entrañas. Encendido en justa cólera, corrió y le degolló sobre el altar.